Desertificación, sequía y seguridad alimentaria
22 de mayo de 2018 - Por Damián Morán
El pasado 9 de mayo la Convención de las Naciones Unidas (ONU) para la Lucha contra la Desertificación y la Sequía (CNULD) presentó un nuevo informe sobre esta problemática y en un comunicado instó a "tomar medidas urgentes ahora y detener estas tendencias alarmantes."
La CNULD es un acuerdo internacional sobre buena custodia del territorio. Y se propone combinar política y ciencia con el objetivo de lograr una buena administración de la tierra; y así ayudar a las personas, las comunidades y los países a crear riqueza, hacer crecer las economías y asegurar alimentos suficientes, agua limpia y energía al garantizar un entorno propicio para la gestión sostenible de la tierra.
El informe elaborado calcula que la economía global perderá unos U$S 23 billones hacia 2050 por la degradación del terreno (cuestión que se ve agravada por el cambio climático); siendo Asia y África los continentes más perjudicados, al acumular pérdidas estimadas en 84.000 y 65.000 millones de dólares al año, respectivamente.
La degradación del terrero alude a las pérdidas de su capacidad productiva o de los servicios ecosistémicos que presta (regulación hídrica o conservación de la biodiversidad, por ejemplo). El informe señala que 1.500 millones de personas en el mundo se encuentran sufriendo esta situación en tierras agrícolas, lo que pone en serio riesgo sus medios de subsistencia (alimentos, empleo e ingresos), y por ende, su seguridad alimentaria y nutricional (SAN)(*).
En el mundo, 169 países se ven afectados por la degradación del suelo y/o la sequía, de los cuales 116 se han comprometido a lograr la neutralidad de la degradación de la tierra (LDN) en el marco del Programa de establecimiento de objetivos de LDN de la CNULD.
Hasta el momento se han publicado los perfiles de los 21 países más afectados, entre los que se encuentran Panamá (con una pérdida del 1,5% de su PBI) y Chile (con un 12% de pérdida de su PBI) por América Latina. El promedio de las pérdidas por desertificación en estos 21 países es del 9 % del PBI, pero hay países que registran una tasa que alcanza el 40%, como es el caso de la República Centroafricana.
A continuación citaremos un fragmento de la cobertura que el medio Infobae(**) realizó sobre esta problemática, en la que consultó al investigador del Instituto Nacional de Tecnología Alimentaria (INTA), Donaldo Bran, y que nos parece ilustrativa de las implicancias concretas que acarrea la degradación de los suelos. Allí, el investigador Bran señala: "Si vos reemplazás bosques nativos por soja en Santiago del Estero, quizás la dimensión productiva para aquellos que están en el negocio, mejore mucho; la dimensión social quizás se pierda porque son campos privados por lo que la población local no recibe nada; y desde el punto de vista natural se va perdiendo biodiversidad. Esto puede traer aparejados problemas de erosión de suelos y consecuencias como inundaciones o deslaves, como es cada vez más frecuente en Salta. (...) la poca productividad puede llevar a un empobrecimiento y a un aumento de la migración del campo a la ciudad. También empeora el hábitat, ya que las condiciones climáticas se hacen más extremas".
Más información:
(*) Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), desde la Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA) de 1996, la Seguridad Alimentaria "a nivel de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana”.
(**) s/a (2018): "La desertificación pone en riesgo la seguridad alimentaria", Infobae, Campo, 19 de mayo. La cursiva es nuestra.
A partir de marzo de 2018, han sido 116 los países que se comprometieron a establecer objetivos de neutralidad de degradación nacional de la tierra (LDN) (Fuente: CNULD)