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El Deporte, parte de la solución

18 de marzo de 2021

Continuamente asistimos a reclamos, denuncias y noticias sobre las malas condiciones ambientales a las que muchos deportistas deben hacer frente, tanto al entrenar como al competir. Por ejemplo, en los últimos Juegos Olímpicos desarrollados en Brasil, la bahía de Río de Janeiro presentaba altísimos niveles de contaminación, producto de las aguas residuales vertidas sin tratamiento y la basura sólida arrojada. En el plano local, podemos mencionar la contaminación del Río Reconquista, que generó la campaña “Limpiemos el Reconquista”, impulsada por artistas y deportistas de distintas disciplinas.


El deporte es un fenómeno social y cultural que involucra a las personas en su “ser” y “hacer”. Está asociado con la actividad física, llevada adelante como juego, competición (individual, con otros o con elementos naturales) o como no competitiva (tiempo libre, recreación, bienestar, salud, educación) e involucra valores positivos para quienes la realizan y están vinculados.


Asimismo, resulta imposible desvincular 'deporte' y 'ambiente', porque por un lado la práctica deportiva requiere (en mayor o menor medida) el uso de recursos naturales y de servicios ecosistémicos, y por otro, genera impactos en el medio con el que interactúa. Entre los impactos negativos que genera podemos mencionar la compactación y degradación de suelos o dunas por bicicletas, motocross o rally; el estrés de la fauna por el motociclismo, la motonáutica o el senderismo; o la alteración de márgenes de ríos por el rafting y el canotaje. En igual sentido, los eventos deportivos masivos también impactan de manera negativa. Pensemos en las enormes cantidades de CO2 que se liberan a la atmósfera o la altísima cantidad de residuos que se generan en eventos como los Juegos Olímpicos, los Mundiales o grandes Torneos (de fútbol, rugby, esquí o tennis), las maratones o el alpinismo. Para este último caso, por ejemplo, podemos citar la situación del Monte Everest (el punto más alto del Planeta), donde los residuos se han vuelto un problema delicado y han llevado tanto a autoridades nepalesas como tibetanas a establecer multas y depósitos reembolsables en caso de que los alpinistas regresen con 8 Kg de residuos por persona. Para tomar dimensión: tan sólo en el año 2017 se recuperaron 25 toneladas de residuos sólidos y 15 toneladas de residuos humanos (!!)


Por otro lado, y como señalamos al principio de esta nota, un ambiente contaminado ha de afectar indefectiblemente el estado físico-psíquico y el rendimiento deportivo de las personas. Además, si esto lo contextualizamos con el escenario de cambio climático que vivenciamos, se vuelve imperioso ser parte de la solución y no del problema.


Un paso importantísimo en esta línea ha sido el reconocimiento del “ambiente”, realizado por el Comité Olímpico Internacional (COI) en el año 1994, como “tercer pilar” del olimpismo (junto con el “deporte” y la “cultura”). Vale decir que este reconocimiento resulta -a nuestro entender- más vigente que nunca, ya que relacionar “ambiente”, “deporte” y “cultura” nos permite abordar el “comportamiento de los y las participantes”, es decir, la cultura ambiental de los y las deportistas. Pensar entonces en un “buen deportista” sería pensar en aquel que “cuida del entorno y es responsable de sus actos”.


En los últimos años han surgido algunas iniciativas deportivas en este sentido, y tal vez la más notoria ha sido el “plogging”.


Esta actividad nació en Estocolmo (Suecia) en 2016, de la mano del corredor y ambientalista Erik Ashtrom, y responde a la fusión de la palabra “jogging” (trotar) y la expresión sueca “plocka upp” (recoger).


Cabe destacar que el 'plogging', como actividad física, no se limita a correr o trotar. Se lo concibe más bien como una práctica deportiva al aire libre, en tierra o agua; por lo que se puede caminar, correr, andar en bicicleta o realizar senderismo o canotaje, incorporando la recolección de residuos. Así también propone la combinación con otros ejercicios al momento de recoger cada residuo encontrado.


De este modo, el “plogging” puede ser realizado por cualquier persona. Y al combinar el cuidado personal con el del ambiente, ayuda a que desaparezca el tabú (que a muchos se les puede presentar) de pensar que se está recogiendo basura.


Es así cómo esta actividad nos lleva también a otra arista de la que poco se habla: la "disputa" entre basura y residuo.


“Basura” es todo aquel resultado o resto del consumo, del uso o de una actividad que no puede volver a utilizarse. El “Residuo”, vendría a ser lo mismo, pero con la posibilidad de aprovecharse y convertirse en materia prima o un nuevo bien. De esta manera, el residuo adopta la dimensión de “recurso”, ya que al recuperarlo y separarlo correctamente podemos darle otra oportunidad, por ejemplo, a través del reciclado.


Entonces, si superamos “el tabú de la basura” ¡la ecuación es perfecta!


Actividad física = Bienestar

+

Limpieza = Cuidado del Ambiente

+

Separación de Residuos = Recuperación y Reciclaje

 

Queremos terminar resaltando que siendo conscientes y asumiendo compromisos podemos llevar adelante acciones que mitiguen o permitan adaptarnos mejor a los cambios en el ambiente. Así, los valores involucrados en la actividad deportiva, el estrecho vínculo con el medio y la masividad que ha tomado su práctica, pueden ser aliados a la hora de modificar viejos hábitos para internalizar nuevos y de transmitir y difundir valores vinculados a la sostenibilidad.


Ya lo dijo el magnífico Eduardo Galeano:


“Mucha gente pequeña
en lugares pequeños
haciendo cosas pequeñas
puede cambiar el Mundo”

 

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