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Slow Fashion y Consumo de Segunda en México

30 de marzo de 2021

Esta nota ha sido escrita por nuestra colega Andrea Valdés (Linkedin /andreavaldeshernandez/) y publicada el 27 de enero de 2021 en "PLUMA FORTE. ARTE, CULTURA, CIENCIA Y PENSAMIENTO".

Andrea es Comunicóloga de la Universidad Panamericana con Maestría en Geopolitics and Grand Strategy de la Universidad de Sussex, Inglaterra.

 

Con su autorización, compartimos su nota en nuestro sitio.

Infinitas gracias por tu aporte!!

Foto de Andrea Valdes - México.jpg

Mientras el consumo de ropa de segunda mano es un hábito que varios sectores de la población han normalizado debido a sus necesidades económicas en varios países, incluido México, con prácticas como el heredar de los primos mayores u otros familiares.

Este artículo busca discutir la normalización del consumo externo de segunda mano con base en la conciencia de lo que esto implica para mitigar  nuestra huella de carbono.

Bien dicen que el mayor acto de rebelión que podemos tener es cambiar nosotros mismos. Es por eso que esta entrada se publica como una segunda parte  de Charity Shops y la normalización del consumo de segunda mano. Este artículo se escribe con miras a plantear nuevas y funcionales alternativas que inviten a normalizar el consumo de segunda mano o “segunda vida” en México. Discutiendo un poco lo que hay detrás de una decisión tan sencilla como cambiar uno de nuestros hábitos de consumo.

Quisiera hacer hincapié en la responsabilidad civil que tenemos como sociedad de cambiar nuestros hábitos de consumo. El micro cambio es una de las tantas maneras para mitigar nuestra huella de carbono. Sin restarle importancia, al cambio más necesario para enfrentar el cambio climático. El cual queda a cargo de que las grandes compañías y de los gobiernos y en que estos cambien sus marcos económicos, métodos de producción y legislación hacia energías renovables y modelos de producción sostenibles.

El modelo capitalista consumista al que hemos estado expuestos, pone énfasis en que  la solución se encuentra el micro cambio y propone que el agente de cambio es  el consumidor (individuo) para mitigar este problema. Esta autora difiere, una cosa es mitigar la huella de carbono individual y en esta vertiente entra este artículo; y otra cosa muy diferente es realmente poder cumplir los objetivos del Acuerdo de París.

Para poder lograr estos objetivos, como ya se mencionó, la responsabilidad recae tanto en los Estados (gobiernos) como en la Iniciativa Privada (empresas) y sus modelos de producción tanto energética como de consumo de energía.

Queda fuera la idea efímera de que el consumir más sostenible significa usar un popote de metal en un envase 100% de plástico no reciclable o que una compañía está “comprometida” con un futuro sostenible porque ha integrado un pequeño apartado en sus estatutos en lugar de cambiar radicalmente los mismos.

Sin embargo, a causa de la gravedad del problema las acciones,me parece, deben realizarse en conjunto. El individuo, poniendo atención en mitigar su huella de carbono y a la par los gobiernos y las compañías alimentándose de energías verdes e implementando modelos de producción y productos sostenibles mitigando el cambio climático.

Retomando la idea de mitigar la huella de carbono individual. Una manera un poco más profunda de generar cambios tangibles es a través de cambiar nuestros hábitos de consumo de moda o textiles. Según datos de 2019 del Banco Mundial , “cada año la industria de la moda hace uso de 93 billones de metros cúbicos de agua”. para crear prendas nuevas.

Algunos ejemplos prácticos de para implementar lo anterior podrían ser: comprar menos y comprar realmente lo que necesitamos, buscar marcas comprometidas con el medio ambiente, en caso de que esta sea una posibilidad para nuestra economía y finalmente la normalización del consumo de segunda mano. Una alternativa muy popular en países como Reino Unido y Estados Unidos que en México ya es una posibilidad. A continuación quisiera discutir alternativas que existen en la Ciudad de México, para diferentes consumidores.

La primera alternativa combina dos modelos de consumo trueque y compra. "Verde Permuta", es una iniciativa que combina un modelo de intercambio y compra. Existe la posibilidad de intercambiar prendas perfectamente en buen estado por otras de inmediato, también la opción de llevar prendas en perfecto estado para generar crédito por el valor que se le asigne a la prenda.

Esta segunda alternativa se basa puramente en trueque. "El Cambiadero" Intercambio físico y presencial de ropa que se realiza de manera periódica. Esta es una iniciativa en línea que busca el intercambio de prendas de buena calidad para “darle una segunda vida a tu closet”. Su premisa es que lo que tienes en tu closet y no uses lo puedas llevar a este espacio para poder intercambiarlo por prendas de la misma calidad que si vayas a usar. Aquí el valor de las prendas va de acuerdo con su uso sin importar la marca. Como última alternativa Talla Chica (@talla_chica) en Instagram.

Tienda online en formato de social media cuya oferta es solo ropa de segunda vida.

Estas tres opciones proponen una oferta de productos textiles que de alguna manera siguen los principios de “slow fashion” , porque el movimiento de Slow fashion en sí, propone específicamente que la industria textil tome manos a la obra en cuanto a sus modelos de producción en tres vertientes diferentes: ética, producción y materiales como lo explican Pookulangara y Shephard en el paper “Slow fashion movement: Understanding consumer perceptions—An exploratory study”. En este paper, a grandes rasgos, las autoras explican cómo el movimiento de “Slow fashion” es un movimiento multidimensional que va desde el diseño de las prendas centrándose en la sostenibilidad o la ecología de las mismas y las prácticas éticas. La producción, en la que hacen énfasis en la calidad del producto y que las personas que los fabriquen tengan experiencia en el oficio para acabar en el consumidor, el cual proponen que sea alguien que antepone los principios de inversión y calidad a largo plazo de la prenda. También las autoras hacen hincapié en que para llegar a esto se necesita educar al consumidor.

Esta autora quisiera resaltar este tercer punto, se entiende que con una economía en crisis no todos pueden tener el acceso, ni los medios para acceder a productos éticamente diseñados que equivalen a un precio costoso por el mismo. Es por esto que en este artículo se proponen alternativas de productos que están al alcance del consumidor para implementar un consumo sostenible de la moda.

El dejar atrás el impulso de querer comprar algo para resarcir una necesidad emocional y hacer conciencia sobre las prendas que realmente llegamos a necesitar y en el caso de ser así. Agotar alternativas ya sea de segunda mano o de “slow fashion” antes de ir a comprar un artículo nuevo. Poder crear nuevos atajos mentales en los cuales podamos entender que no necesariamente “nuevo” equivale a “bueno” o “lo mejor”.

Andrea Valdés

Referencias:


Slow fashion movement: Understanding consumer perceptions—An exploratory study Sanjukta Pookulangara a,n, Arlesa Shephard b,1 , Elsevier, Journal of Retailing and Consumer Services 20 , 2013. 


UNFCC, Paris Agreement, 2015. 


World Bank, How Much Do Our Wardrobes Cost to The Environment?, 23/09/19

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